Sinopsis

Edmundo Figueroa unos de los grandes escritores de nuestro tiempo acoge a su antiguo amigo, Leandro Delpuente en su nueva residencia en Madrid para concederle la única entrevista que ha hecho en muchos años. A lo largo de este encuentro, el autor llega a insinuar la existencia de un método muy especial que utiliza para crear sus obras. A partir de este momento, Leandro se obsesiona por descubrir el funcionamiento del método hasta tal punto que llega a olvidarse de su trabajo y se ve envuelto en un mundo ajeno a él. En este mundo todo tiene cabida: la búsqueda de la verdad, los desencuentros, la pasión por la escritura, la fragilidad del éxito y del amor.

viernes, 1 de febrero de 2013

Completando El metodo ... - Nicola (Conclusión)



Última carta de Stefan Maeros a Nicolá Radou.

“Sé que tienes muchas dudas, mi querido Nicolá, no tenía pensado contarte esto tan pronto, pero ya me explicó Berto lo que ocurrió el día anterior. Este plan que tanto tiempo he estado preparando no quería ni quiero que se desmorone, por eso he accedido a contártelo. Pero antes quiero que sepas la razón de todo esto; llevaba mucho tiempo queriendo agradecerte de alguna manera lo que hiciste por mí cuando nos conocimos en Coppenhague. En esos momentos estaba de duelo por la muerte de mis padres, un suceso repentino a la vez que doloroso y más por las circunstancias en las que ocurrió todo. Fueron asesinados cruelmente por un tipo desalmado que, gracias a Dios, la justicia pudo encerrar. Mi estado de ánimo y mis ganas de vivir estaban por los suelos y estuve a punto en más de dos ocasiones de quitarme la vida. Pero tuve la suerte de encontrarme contigo y cuando supe que eras profesor de piano, pensé que la música podía ser una vía de escape para mi situación, ya que desde siempre había querido aprender a tocar algún instrumento. Y fue mi salvación, mi bálsamo para intentar tapar esa herida tan grande que había desgarrado mi corazón. Gracias a ti y a la música, podía mirar a los ojos a la vida y decirle que podía ser feliz. En aquella época no tenía fuerzas para contarte mi estado de ánimo, no era muy fácil para mí abrirme a alguien desconocido. “

“Durante muchos años tuve una espina clavada en mi interior que me hacía sentir incómodo y hasta que no te compensara lo que habías hecho por mí no me quedaría tranquilo. Por eso nunca dejé de escribirme contigo cada año, para saber dónde te encontrabas y así cuando supiera cómo agradecértelo, podría localizarte. Y ese día llegó.”

“No te voy a contar cómo llegué a saberlo, pero gracias al azar, me enteré que Georgina Dumitrescu había vivido nueve años en Berlín, como camarera en una cervecería muy conocida del centro de la ciudad. Este local era regentado y creo que todavía sigue siéndolo, por artistas del cine, del teatro, escritores y músicos. Un día tú pasaste por allí y la conociste. En aquella época, debían ser finales de los años 70, Georgina seguía siendo una mujer bonita, aunque tímida y también un poco corta ya que se dejaba engatusar por cualquiera que se pusiera a hablar con ella. Aunque tú no tenías una conversación demasiado fluida, tu porte de caballero y tus buenas prendas hicieron que ella se enamorara de ti. A ti te gustaba su compañía por eso salisteis juntos durante unos meses, pero en ningún momento pensaste en comprometerte con ella. Georgina quería quedarse embarazada como fuera (nunca llegó a decírtelo) y lo intentó en muchas ocasiones. Pero hubo un momento que tú no querías saber nada de ella, se estaba volviendo cada vez más pesada, histérica y además controladora. Como no encontrabas trabajo de profesor, te marchaste de Berlín sin decirle nada. Georgina, tras la ruptura, se volvió loca y empezó a autolesionarse como si eso pudiera hacer desaparecer de su cabeza los sentimientos que todavía tenía hacia ti. Pero en su interior, su instinto maternal entró en escena para proteger a la niña. Decidió al final tener a Jana.”

“Sé lo que estás pensando, se trata de la misma niña con la que has compartido estas últimas tardes en mi casa. Cuando supe que era tu hija, no dudé en planear todo esto para que la conocieses, era mi manera de agradecerte todo lo que hiciste. Pero era importante que Georgina no te viera, porque a pesar de que han pasado muchos años no creo que se haya olvidado de ti y conociendo su personalidad, es fácil adivinar cuál sería su reacción al volver a verte después de tanto tiempo. Escapar, denunciarte, cualquier argucia que se te pueda ocurrir, por eso era muy importante y así te lo hice saber en todo momento que no debías de salir de casa. También Berto, el portero, se estaba encargando de que fuera así.“

“He podido hablar con un abogado amigo mío, y es posible que se pueda preparar una demanda para quedarte con Jana. Todos los vecinos tienen a Georgina por una loca que no es capaz de cuidar y criar a una niña y seguramente no tendrán reparos en declarar a nuestro favor para que la custodia se la den a un tutor, amigo de la familia. Aquí en Rumania no existen pruebas de paternidad suficientemente eficaces para que un tribunal pueda darte la paternidad de Jana. Solo se podría demostrar que no eres el padre al cien por cien; no hay un grado de certeza alto en esas pruebas que un tribunal pueda aceptar como válido, así que lo de la tutoría es la mejor opción. A partir de ahora tienes que seguir mis consejos uno a uno y creo que juntos lo conseguiremos. Podrás estar con tu hija todo el tiempo que quieras. Este es mi regalo, este es el gran favor que necesito que aceptes para poder saldar mi deuda contigo. Solo tienes que esperar mis instrucciones, te iré diciendo qué hacer a continuación. “
Atentamente,
Stefan Maeros.


*****


Carta de Nicolá Radou a Stefan Maeros.

Cómo me hubiera gustado hablar contigo cara a cara, que me explicases la anterior carta punto por punto y así poder contarte cómo me siento tras conocer esta increíble noticia que me has dado. Al no saber cuándo podré volver a verte, pensé que la mejor manera de explicarte todo lo que siento era escribirte esta carta. Lo siento mucho, pero necesito abandonar este plan que has construido a mi alrededor, aunque estoy seguro que lo has hecho con la mejor intención. Ante todo te agradezco lo que has hecho por mí, haberme tenido en tus pensamientos durante tanto tiempo queriendo recompensarme por algo que hice sin esperar nada a cambio.

Cuando leí tu carta, sentí un sinfín de dudas que me corroían por todo mi cuerpo y no sabía qué hacer. Tenía que hablar contigo, sentarme delante de ti y plantearte todas las preguntas que se agolpaban en mi cabeza, pero tú no estabas aquí, solo podía comunicarme contigo por carta y la conversación podría aplazarse más de lo que yo deseaba. No podía soportar tanta espera.

La única persona que podría disipar esas dudas aparte de ti era Georgina, aunque temía enfrentarme con ella porque sabía cuál iba a ser su reacción al verme. Armado de valor, bajé a su puerta y la cara que puso al abrirme no voy a olvidarla jamás. No vi nunca tanto odio ni tanta dureza en una mirada, se puso a gritar tan alto que seguramente todos los vecinos la oyeron, hasta Jana que estaría en su habitación. No tardó en soltarme que todavía se acuerda de los días tan malos que pasó cuando la dejé. Yo no tenía ni idea de que se había quedado embarazada, yo tenía tan claro que no quería seguir con ella. Aunque hubiera sabido su estado no tenía la certeza de que mi decisión hubiera sido diferente en aquel momento. El encuentro duró apenas unos minutos, no podía razonar con ella y estaba seguro de que Jana era mi hija, pero Georgina haría todo lo posible para que no la viera ni ejerciera de padre. 

Volví a tu casa con mis ánimos por los suelos y sin saber qué debía hacer a continuación, me sentía como un niño desamparado al que sus padres han abandonado. Mis pensamientos me decían continuamente que tenía que hacerte caso y que, gracias a ti, en poco tiempo ella podría ser mi ahijada. Pero al salir de mi escondite y al enterarse Georgina de mi existencia, seguramente había echado al traste todo el plan que tenías organizado. Ella se podría marchar y yo, ¿qué podía hacer para evitarlo? ¿Podía luchar? Algo dentro de mí me decía que debía bajar los brazos, en el fondo no quería alejarla de Georgina a pesar de que no se comportaba con Jana como debía hacer una madre. Yo solo recuerdo a mi madre durante parte de mi infancia ya que un día, sin saber todavía por qué, me la arrebataron y todavía hoy no sé dónde se encuentra y si todavía sigue viva. Esta espina clavada no quiero que Jana también la tenga, no quiero que se lamente en un futuro de no haber vivido con su madre. Además, qué sería de mí con una criatura como Jana, ¿cómo la cuidaría? No tengo trabajo, apenas tengo dinero para mantenerme yo. Tengo decidido que quiero asentarme primero, conocer a alguien, a una mujer que me quiera y luego, aunque pueda sonar algo ridículo, tener un bebé fruto de ese amor. Llámame anticuado, pero es lo que siento y es lo que quiero aunque me costará mucho no volver a ver a Jana. La echaré mucho de menos. Igual que a ti, mi querido amigo.

A pesar de mi decisión, te agradezco enormemente lo que has hecho por mí. No pensaba que alguien como tú, después de no vernos en tantos años, me hubiera reservado esta gran sorpresa. Muchas gracias, de verdad. Espero que todo te vaya tan bien y disfruta de tu piano. Algún día nos reuniremos en torno a él. Ahora solo quiero escapar y buscar mi vida.

Un abrazo más que afectuoso,
Nicolá Radou.

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